Patologias

patologias

abyectas

Galeria de umagenes

miércoles, 6 de octubre de 2010

Crisis Psicótica







            Hace más o menos una semana, debido a que se me estaban terminando los medicamentos que utilizo para estabilizar y controlar mi esquizofrenia y no tenía los recursos económicos necesarios para comprarlos, comencé a dejarlos. Ya cuando contaba el quinto día sin ellos, a pesar que desde el primer día comencé con los primeros síntomas, éstos se exacerbaron y me fueron provocando la pérdida de todo sentido de la realidad.

           Disculpen, de pronto me cuestiono y pienso, qué sentido tiene escribir sobre estas crisis tan personales, la única explicación racional que explica esta actitud es, quizá, que me sirven como catarsis, máxime cuando corro el riesgo a que la lean mis hijos. La verdad es que me preocupa sobremanera que mis hijos sepan los detalles de mi enfermedad, a pesar de que ellos ya saben bastante, pero no con tanto rigor como lo que escribo en este blog. En fin, sigamos adelante.

           Los primero síntomas fueron insomnios extremos. Normalmente despierto a los 03:00 de la madrugada, aproximadamente, cosa normal, pero desde que la crisis se inició con fuerza, comencé a despertarme cerca de de la una de la madrugada, es decir, duermo un par de horas. Cada vez que esto ocurre, me levanto, enciendo el computador y comienzo a escribir sobre temas relacionados con mi enfermedad, temas que ustedes pueden leer en este blog.

            Recuerdo que cuando niño desde los diez u once años, aproximadamente, me acostaba en mi cama, después de apagar la luz, me cubría completamente, de pies a cabeza, cosa que sigo haciendo hasta el momento, y comenzaba a ver figuras de aspecto pseudo humano cuya expresión eran la de rostros que cambiaban su forma facial de forma macabra, ora payasos que sonreían, ora rostros deformes cuya deformidad mutaba constantemente, etcétera, era como si hubiese estado en el cine viendo una película de terror. Pero yo lo consideraba totalmente normal. Nunca le conté a mi familia. Estas situaciones eran tan normales para mí que incluso se podría decir que lo consideraba como algo natural y que a la mayoría de las personas les sucedía, pensa yo.

            Las crisis comienzan temprano, en la madrugada, a eso de las dos de la mañana, en plena obscuridad,  salgo al patio a fumar mi primer cigarrillo y mientras fumo, escucho un grito de una voz de mujer pronunciando mi nombre. Es un grito fuerte que me provoca temor y estremecimiento. El origen del grito es difícil de explicar, no sé si proviene de mi cerebro, de mi oído o del exterior, es todo confusión. Acompañado de esta situación se me presentan figuras que veo como siluetas que pasan velozmente frente a mí y que a mí se me antojan siluetas de gatos, veía de pronto figuras de hombres, solamente las formas de personas no así el rostro, incluso siento que me tocan la espalda. Cada vez que me sucede esto percibo un estremecimiento y un  miedo indescriptible, todo es caos. Cuando me aqueja una situación de este tipo, no es posible explicar con claridad las situaciones que padecemos. Es como una confusión que me hace perder el sentido entre la realidad y la ficción. Muchas veces me he encontrado, sin darme cuenta previamente, discutiendo con voces acerca de lo que me está sucediendo en ese instante, lo que hago cuando me sucede esta situación es mover la cabeza violentamente como tratando de terminar con diálogo que se produce en mi mente, pero normalmente no ocurre así y sigo escuchando las voces. 

            En este momento son las 4:32 de la madrugada, me levanté a las 1:20 horas, encendí la combustión lenta y aquí estoy tratando de escribir, sentado al computador, pese a sentirme mareado por efecto del clonazepam y la risperidona. Las dosis de los medicamentos son altas, situación por la cual debiera dormir, por lo menos hasta las cinco o seis de la mañana, pero aún así el insomnio se mantiene. Me serví una taza de café para espantar el frío y la inercia. Hace un par de días mi señora se me acercó diciendo - o mejor dicho reclamándome - que yo le habría enrostrado culpándola por la enfermedad que padezco, y que, entre otras cosas, iba a terminar con mi vida, dándole a entender que me suicidaría, que por su culpa estaba yo cada día más enfermo y, finalmente que en vez de ayudarme a superar los síntomas ella más los profundizaba, esto me lo dijo llorando. Sinceramente yo no recordaba haberlo dicho tal cosa, máxime cuando no es mi visión de la situación en que estoy. Le repliqué que yo jamás le habría dicho algo así, sin embargo ella me respondió que no estaba mintiendo y esa era la verdad. Me había olvidado totalmente de ese diálogo con mi esposa, diálogo que había ocurrido ese mismo día. Le consulté a qué hora, aproximadamente había sucedido, me contestó que a las 13:00 horas. Yo en un principio pensaba que probablemente se lo habría dicho sobredormido, o cuando recién estaba despertando, pero no, fue en pleno día y aún así yo no lo recordaba. Debo aclarar que yo confío plenamente en lo que ella me dice pues ella ha sido mi soporte en esta crisis que estoy viviendo.

         En la tarde, cuando ya estaba obscureciendo, salí a caminar, pues ya no soportaba el encierro, creo que fue un error, pues comencé a caminar sin rumbo hasta perderme. Caminé por una calles solitarias, temblando de miedo pues se acrecentaron las visiones y los gritos que eschuchaba. Pasaba desde una vereda a la otra coma huyendo de las personas que se acercaban y pasaban muy cerca, veía cómo sus rostros se mutaban  hasta transformarse en monstruos, monstruos que iban cambiando su expresión constantemente. Seguía caminando y sentía a la zaga que alguien o varias personas se acercaban cada vez más, personas que conversaban en voz baja entre sí y que además, esto era lo más aterrador, emitían grandes carcajadas que me hacían temblar, todo mi cuerpo transpiraba. En un momento de decisión me volteaba para ver quienes y cuántos eran, pero, sorpresa; no había nadie. Supongo que todo esto ocurría en mi mente producto de la patología que estoy viviendo.

      Ya casi al amanecer, y después de haber encontrado el rumbo, llegué a mi hogar. Mis hijos y mi esposa casi no habían dormido producto de la preocupación por mi enfermedad y por la presunta suerte corrida. Me acosté y a las pocas horas desperté nuevamente para continuar con mi pesadilla sin fin. ¿Cómo serán los normales?. 


  






No hay comentarios:

Publicar un comentario